Hace dos días, el 14 de noviembre se conmemoró el Día Mundial de la Diabetes. Su instalación buscó generar conciencia sobre las causas, los síntomas, la prevención y el tratamiento de esta grave afección que se encuentra en constante aumento en todo el mundo.
La
diabetes es una enfermedad tratable que tiene algunas raíces hereditarias y
otras prevenibles, provocadas, en gran medida, por dietas poco sanas, falta de
actividad física y dificultades en el acceso a los servicios de salud y
medicamentos.
Según
datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de personas con
diabetes aumentó y se esperan 522 millones para el año 2030. En 2019, esta
enfermedad causó de forma directa 1,5 millones de defunciones.
“La diabetes es una
enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no produce suficiente
insulina (hormona que regula el azúcar en la sangre) o cuando el organismo no
utiliza eficazmente la insulina que produce. El efecto de la diabetes no
controlada es la hiperglucemia (aumento del azúcar en la sangre) que, con el
tiempo, daña gravemente muchos órganos y sistemas, especialmente los nervios y los vasos sanguíneos”, explica
la Dra. Valeria El Haj, Directora Médica Nacional de OSPEDYC.
Además,
la profesional agrega que, si no se controla adecuadamente, la diabetes también
puede causar otras complicaciones como, por ejemplo, ceguera producida por
retinopatía diabética, insuficiencia renal, infarto de miocardio, accidente
cerebrovascular o la amputación de los miembros inferiores, debido a la
neuropatía de los pies combinada con la reducción del flujo sanguíneo.
Tipos de diabetes y causas
La Dra. El
Haj nos comenta que, existen diferentes tipos de diabetes:
La diabetes de tipo 1, también llamada
insulinodependiente, juvenil o de la infancia, se caracteriza por una
producción deficiente de insulina y requiere la administración diaria de esta
hormona. Algunos de sus síntomas son: producción excesiva de orina, presencia
de sed con aumento de la ingesta de líquidos, hambre constante, pérdida de
peso, trastornos visuales y cansancio.
Por
otro lado, la diabetes de tipo 2, no
insulinodependiente o de inicio en la edad adulta, tiene que ver con una
utilización ineficaz de la insulina. Este tipo representa la mayoría de los
casos mundiales y se debe, en gran medida, al peso corporal excesivo y a la
falta de actividad física. Los síntomas pueden ser similares a los de la diabetes
de tipo 1, pero se presentan con menor intensidad.
Por
último, la diabetes gestacional se
caracteriza por la hiperglucemia que aparece durante el embarazo y alcanza
valores que, a pesar de ser superiores a los normales, son inferiores a los
establecidos para diagnosticar esta enfermedad.
Con respecto a las causas, hay algunos factores que pueden
aumentar el riesgo de padecer esta enfermedad. Algunos de ellos son:
- tener más de 45 años,
- contar con antecedentes familiares de la enfermedad,
- presentar sobrepeso u obesidad,
- tener hipertensión arterial o enfermedades cardiovasculares,
- el colesterol elevado
- haber tenido diabetes gestacional.
Tratamiento
y prevención
“La detección precoz y el acceso a los
servicios de salud son cruciales para la prevención y el tratamiento. Además,
se ha demostrado que medidas simples
relacionadas con el estilo de vida son eficaces para prevenir la diabetes de
tipo 2 o por lo menos retrasar su aparición”, explica la Dra. de OSPEDYC. Según la profesional, algunas medidas que podemos adoptar
para evitar esta enfermedad y sus complicaciones son:
●
Alcanzar y mantener un peso corporal
saludable.
● Mantenerse activo físicamente: se recomienda
realizar al menos 30 minutos de actividad regular de intensidad moderada la mayoría
de los días de la semana.
●
Consumir una dieta saludable, evitando el
azúcar y las grasas saturadas.
● Evitar el consumo de tabaco, ya que aumenta
el riesgo de sufrir diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Finalmente, la Dra. Valeria El Haj explica que, una vez que la enfermedad ya fue
diagnosticada, es necesario realizar un tratamiento cuanto antes y seguir hábitos saludables que incluyan una dieta sana y actividad
física, además de respetar una serie de controles y cuidados indicados
por el profesional médico.