La embajadora argentina designada en Rusia,
Alicia Castro, renunció a su cargo porque no está de acuerdo “con la actual
política de Relaciones Exteriores” de Argentina. En una carta enviada hoy al
presidente Alberto Fernández expresó su rechazo a la votación de ayer del
gobierno argentino en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que
acompañó la Resolución del Grupo de Lima sobre Venezuela. “Constituye un
dramático giro en nuestra política exterior y no difiere en absoluto de lo que
hubiera votado el gobierno de Macri. De hecho, el Grupo de Lima fue creado
durante la restauración neoliberal por un grupo de gobiernos de extrema
derecha, alentados y financiados por los Estados Unidos con dos objetivos
explícitos: promover un ‘Cambio de Régimen’ en Venezuela -con idéntica matriz
de los operados por EE. UU. en Oriente Medio- y desarticular el bloque
regional”, afirmó Castro en la misiva.
En un texto de cuatro hojas, la exembajadora
en Inglaterra y Venezuela expresó su total desacuerdo con la política de la
Cancillería argentina en este caso y la acusó de votar con los presidentes de
derecha Jair Bolsonaro de Brasil, Sebastián Piñera de Chile, con la golpista
Jeanine Añez de Bolivia, y con Lenin Moreno de Ecuador. “Votó junto al grupo de
países latinoamericanos que han seguido a pie juntillas las instrucciones de
los Estados Unidos de demoler a Venezuela (…) y los habilitó como voceros de los
Derechos Humanos”, escribió.
Castro explicó que en la votación de la ONU por la situación en el país
gobernado por Nicolás Maduro se presentaron dos resoluciones. Por un lado, la
número 55 que subraya la importancia de mantener el diálogo constructivo y la
cooperación con Venezuela y exhorta al Gobierno a que aplique las
recomendaciones de la Alta Comisionada MIchelle Bachelet. Propuesta votada por
México, entre otros países. Por otro lado, la resolución 43, promovida por el
Grupo Lima, que condena enérgicamente a Venezuela por violaciones a los
derechos humanos “en consonancia con las expresiones de la oposición que
promueve la franca injerencia en los asuntos internos”. “Argentina podría haber
optado por abstenerse, en todo caso, si no quería comprometerse con ninguna de
las dos Resoluciones (…) Pero en cambio, votó con los países europeos que
reconocen al autoproclamado Guaidó como presidente sin un voto, modalidad que
pone en riesgo a las democracias de América Latina”, sentenció Castro. Y
agregó: “votó junto al Reino Unido, cuando Venezuela ha sido aliada constante y
ejemplar de la República Argentina en nuestra lucha por la soberanía en
Malvinas”.
Sobre el final, hace mención a las decisiones
del ministerio dirigido por Felipe Solá. “No podría seguir instrucciones de
Cancillería que no comparto y que considero reñidas con el interés de la
Nación. Quiero actuar con responsabilidad y transparencia; que nadie se
preocupe o perjudique por mis declaraciones, ni conocer preocupaciones en off
por los medios de prensa comerciales”, indicó.
Con respecto a su participación en el Frente
de Todos, Castro indicó que seguirá integrando el partido y agradeció al
gobierno nacional, con una mención especial para la vicepresidenta Cristina
Fernández de Kirchner.
Reproducimos la carta completa:
Quiero agradecer al gobierno nacional, en
especial a nuestra vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, por haberme
honrado con la designación como embajadora en la Federación Rusa.Tenía
planificado mi traslado para el mes de abril, pero en marzo, con el Placet
concedido por Rusia, inicié el periodo de aislamiento preventivo y obligatorio
y formulé mi solicitud formal al Senado de la Nación para que se postergara el
tratamiento de mi Pliego en razón de la explosión de la pandemia, que
materialmente impide los vuelos a Rusia y a los cinco países en donde tendría
concurrencia.
Rusia es un país estratégico en la
construcción de un mundo multipolar, y creo que podría servir con lealtad,
eficiencia y patriotismo, hasta obtener logros concretos y reconocimiento para
nuestro país, como los registrados durante mis diez años como embajadora en la
República Bolivariana de Venezuela y ante el Reino Unido. Mi mayor ambición es
que Argentina se integre a los BRICS y dar con ello un salto cualitativo, tanto
geopolítico como económico y comercial.
Hoy quiero presentar mi renuncia como
embajadora, porque no estoy de acuerdo con la actual política de Relaciones
Exteriores.
El 6 de octubre, en el 45° período de
sesiones del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el voto de
Argentina acompañando la Resolución del Grupo de Lima constituye un dramático
giro en nuestra política exterior y no difiere en absoluto de lo que hubiera
votado el gobierno de Macri. De hecho, el Grupo de Lima fue creado durante la
restauración neoliberal por un grupo de gobiernos de extrema derecha, alentados
y financiados por los Estados Unidos con dos objetivos explícitos: Promover un
«Cambio de Régimen» en Venezuela -con idéntica matriz de los operados por EE.
UU. en Oriente Medio- y desarticular el bloque regional.
En la década pasada tuve el honor de
participar – como diputada y como embajadora- del maravilloso proceso de forja
de la unidad regional junto a Néstor Kirchner y a Cristina Fernandez de
Kirchner y los líderes progresistas de la Región, Hugo Chávez, Lula da Silva,
Fidel Castro, Pepe Mujica, Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega, unidos en
la diversidad. Comprendemos claramente, siguiendo el legado de nuestros
libertadores San Martín, Bolívar, Artigas, que la unión de Sudamérica es la
clave de nuestra soberanía política e independencia económica. En la UNASUR
logramos una institucionalidad supranacional densa y eficaz que logró evitar
dos golpes de estado en la Región y luego conformamos la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y del Caribe (CELAC). Todo se derrumbó con la llegada de
Temer, Macri, Bolsonaro, Lenin Moreno, los golpes en Brasil y Bolivia con la
manipulación del Lawfare y las operaciones mediáticas. Nadie ha estado más
expuesto al linchamiento mediático que el gobierno de Venezuela. Es bien
conocido cómo orquestan las Agencias Gubernamentales de los Estados Unidos sus
planes de Regime Change -con mentiras han justificado sus invasiones militares
en Iraq, la destrucción de Libia- y sus pretensiones de injerencia directa en
la política latinoamericana. Cabe preguntar por qué al gobierno de los EE. UU.
y al Grupo de Lima no les preocupan las flagrantes violaciones de los Derechos
Humanos en Chile, en Bolivia, en Brasil, en en Honduras, o en Colombia- donde
se han asesinado a 250 líderes sociales firmantes de los Acuerdos de Paz-
Acuerdos que también – recuerdo con orgullo- fueron promovidos por Néstor
Kirchner, Hugo Chavez y Fidel Castro. Nadie puede ignorar hoy que Venezuela
está bajo asedio, sometido a un bloqueo criminal que priva al pueblo de
medicinas, alimentos, insumos esenciales. Aportar a intensificar ese asedio es,
por lo menos, irresponsable.
Desde el golpe de estado perpetrado contra
Hugo Chavez en abril 2002, no han cesado los intentos de golpe, magnicidio,
sabotaje, desabastecimiento, acciones organizadas de violencia para promover el
caos.
La mayoría de los partidos de la oposición no
presentan candidatos a elecciones para no convalidar el triunfo del voto
popular, como explicó con pruebas el ex presidente Rodriguez Zapatero desde
Caracas cuando fue reelecto Nicolas Maduro en 2018. Como no lograron derrotar a
Nicolas Maduro, los EE.UU. fungieron a un presidente «autoproclamado», Juan
Guaidó, quien tiene también el apoyo de varias naciones europeas.
Tenemos en consideración que, en un Frente,
no todos pensamos igual. Sabemos que hay entre nosotros dirigentes que siempre
estuvieron opuestos al socialismo venezolano – sin haber pisado nunca
Venezuela- y hasta alguno que celebró la proclamación de Guaidó.
Pero confiamos en que, independientemente de
las preferencias, el gobierno del Frente de Todos iba respetar los principios
rectores de No Intervención en los asuntos internos de otros estados,
Resolución Pacífica de las Controversias, y el principio consagrado de Igualdad
Jurídica de los Estados. La Argentina ha hecho doctrina con estos principios
fundantes del Derecho Internacional, la Doctrina Drago, la Doctrina Calvo.
Los países de la Unión Europea tienen tanto
derecho a inmiscuirse en las elecciones en Venezuela, como a Venezuela le cabe
dictaminar en las elecciones francesas.
El anticolonialismo es también, un imperativo
ético.
El 6 de octubre en el Consejo de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas se votaron dos Resoluciones. La Res. L.55. que
subraya la importancia de mantener el diálogo constructivo y la cooperación con
Venezuela a fin de «reforzar su capacidad de cumplir las obligaciones que le
incumben en materia de derechos humanos”; “expresa preocupación por las
noticias relativas a presuntas restricciones al espacio cívico y democrático,
incluidas las denuncias de supuestos casos de detención arbitraria,
intimidación y difamación de manifestantes, periodistas y defensores de los
derechos humanos”; celebra la visita de la Alta Comisionada a la República
Bolivariana de Venezuela, que tuvo lugar del 19 al 21 de junio de 2019, y los
compromisos acordados con el Gobierno para mejorar la situación de los derechos
humanos en el país; exhorta al Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela
a que aplique las recomendaciones recogidas en los informes de la Alta
Comisionada presentados al Consejo de Derechos Humanos en sus períodos de
sesiones 41º y 44° y pide a la Alta Comisionada que siga colaborando con la
República Bolivariana de Venezuela para hacer frente a la situación de los
derechos humanos en el país y prestar apoyo sustantivo en forma de asistencia
técnica y fomento de la capacidad.»
Esta Resolución que promueve y alienta la
participación democrática fue votado por varios países, entre otros, México.
Más tarde se puso en consideración la
votación de la Res. L.43 promovida por el Grupo Lima.
Esta Resolución, además de condenar
enérgicamente a Venezuela, en consonancia con las expresiones de la oposición,
promueve la franca injerencia en los asuntos internos. Decide prorrogar por dos
años el mandato de una «Misión Internacional Independiente” que fue constituida
por tres personas sin representación alguna, designadas por el Grupo de Lima,
que se limitó a recibir desde Panamá informes por mail de la oposición
venezolana, que nunca fueron constatados. Además, sugiere la consideración de
nuevas medidas.
Para mayor muestra de cinismo, expresa
preocupación por el tratamiento de la pandemia Covid-19 en Venezuela que, con
30 millones de habitantes, tiene -según datos de la OMS- 80.000 contagiados de
Covid-19 y en total 653 muertos, lo que, claramente, muestra un mejor
desempeño, seguimiento y cuidado de la salud pública que los países que apoyan
la Resolución 43, incluído el nuestro.
Esto demuestra, palmariamente, la falta de
rigor de los argumentos expuestos en esta Resolución, que apuntan a demonizar a
la República Bolivariana de Venezuela, sus autoridades legítimas y su pueblo,
que resisten heroicamente el asedio de los Estados Unidos de América y sus
aliados.
Argentina podría haber optado por abstenerse,
en todo caso, si no quería comprometerse con ninguna de las dos Resoluciones.
Pero en cambio, votó con los países europeos
que reconocen al autoproclamado Guaidó como presidente sin un voto, modalidad
que pone en riesgo a las democracias de America Latina. Votó junto al Reino
Unido, cuando Venezuela ha sido aliada constante y ejemplar de la República
Argentina en nuestra lucha por la soberanía en Malvinas. Votó junto al grupo de
países latinoamericanos que han seguido a pie juntillas las instrucciones de
los Estados Unidos de demoler a Venezuela. Argentina votó con Bolsonaro, con
Piñera, con la golpista Añez, con Lenin Moreno y los habilitó como voceros de
los Derechos Humanos.
Por lo expuesto, presento mi renuncia como
embajadora plenipotenciaria en la Federación Rusa, declino el alto honor y los
privilegios que deparan tan alto e importante cargo.
No me voy del Frente de Todos y Todas, al que
el Kirchnerismo aportó tanta energía, tantos esfuerzos y la mayoría de los
votos. ¡Y construyó con tantos sueños! Recuerdo ahora vívidamente a las masas
de jóvenes y viejos militantes felices y conscientes en la histórica Cumbre de
Mar del Plata, donde celebramos el rechazo del Acuerdo de Libre Comercio de las
Américas (ALCA), el rotundo éxito protagonizado por los «tres mosqueteros»,
como llamó Hugo Chávez a su alianza indestructible con Néstor Kirchner y Lula
da Silva.
No podría seguir instrucciones de Cancillería que no comparto y que considero
reñidas con el interés de la Nación. Quiero actuar con responsabilidad y
transparencia; que nadie se preocupe o perjudique por mis declaraciones, ni
conocer preocupaciones en off por los medios de prensa comerciales.
Mi posición y mi ideal de construcción de la Patria Grande es hoy, como fue
durante los dos gobiernos Kirchner, y seguirá siendo, firme e inclaudicable.
Siempre.
ALICIA CASTRO
Fuente: https://www.cynthiagarcia.com.ar/