ASÍ LO INFORMA LA ASOCIACIÓN NACIONAL DE PERIODISTAS DEL PERÚ
El 4 de junio, fue la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) la que levantó la voz de alarma. "La CIDH expresa preocupación por el fallecimiento de al menos veinte periodistas habiendo contraído COVID-19. Muchos de ellos se habrían contagiado al constatar e informar la situación de la pandemia en el país, sin protección adecuada", informó el organismo a través de Twitter. Las palabras fueron acompañadas por una bandera de Perú.
Habían pasado 80 días desde que el 16 de
marzo se decretó cuarentena en el país y 90 desde que se confirmó el primer
caso de COVID-19. Cuando se cumplieron 100 días desde el inicio de la
emergencia, la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP)
contabilizaba 37 periodistas fallecidos por causa del virus. Al viernes 24 de
julio, el número de decesos ascendió a 58 y se registran además 212 periodistas
que se han contagiado. También hay 35 que han fallecido por otros motivos de
salud que no pudieron ser atendidos producto de la demanda que presentaba el
sistema hospitalario.
"A todo el mundo le sorprenden las
cifras de Perú", cuenta la vicepresidenta de la Federación Internacional
de Periodistas y secretaria general de la ANP, Zuliana Lainez.
"Para nosotros, la cifra se explica por el altísimo grado de precarización
que tiene la profesión en este país. En el gremio siempre hemos hablado de esto
hacia adentro, pero creo que es primera vez que hacia fuera la ciudadanía se da
cuenta de que un periodista, especialmente en regiones, está realmente
desprotegido. En 20 años de carrera no he visto nunca escenas como las de esta
pandemia", dice.
Lainez cita un ejemplo: la muerte de un
periodista freelance en la ciudad de Ica. Como la demanda por cremaciones ya
estaba desbordada, la familia optó por darle sepultura. "La muerte llegó
en medio de una situación económica súper precaria. Los colegas tuvieron que
hacer una colecta para que pudiera ser enterrado. Creo que eso es lo más
trágico que puedes ver en medio de una situación desbordante: que como
periodista no tengas posibilidad de tener siquiera un seguro para que, al
menos, en este tipo de situaciones exista esa cobertura", cuenta.
Entre los fallecidos se cuentan reporteros de
más de 70 años que murieron en plena actividad profesional. "Mucha gente
se preguntaba qué hacía alguien de 70 años reporteando en la calle, y es porque
aquí no hay una ley que le pueda garantizar pensiones a estos periodistas. Por
el nivel de precarización, estos compañeros viven del día a día. Es imposible
aportar al sistema público de pensiones y menos a las aseguradoras de los
fondos privados. Están condenados a trabajar hasta el última día", repasa
Lainez.
La situación es más aguda al alejarse de
Lima. "En regiones, el 80% de los periodistas que ejercen como tales son
trabajadores independientes", dice. "Cuando hablas con la familia de
colegas como este y preguntas dónde pudo haberse contagiado, es muy fuerte que
te digan que estuvo cubriendo información en los hospitales hasta una semana
antes de tener molestias. Ahí es donde te das cuenta de que toda esta situación
responde a esa precarización".
Reportear desprotegidos
En su mayoría, los periodistas que trabajan
en regiones lo hacen concesionando espacios en la radio o la televisión, o
editando un periódico independiente. "Ellos mismos van a buscar sus
noticias, entonces se han expuesto de una manera inadecuada al problema del
coronavirus", detalla el director de Asuntos Profesionales del Colegio de Periodistas de
Lima, Fernando Obregón. "Desde el primer momento observamos que no
estaban cumpliendo con las prácticas sanitarias necesarias: muchos salían a
reportear sin máscaras, desprotegidos", relata. Al inicio de la pandemia,
encontrar equipos de protección personal en un comercio era casi imposible.
Lainez confirma este escenario. "Los
periodistas empezaron a cubrir lo que pasaba en hospitales, mercados y bancos
con mascarillas caseras. Se ponían un trapo que no representa ningún tipo de
barrera, ni mínima, para enfrentarse a un foco infeccioso, y por eso se han
contagiado. Eso es bien claro en lugares donde el virus ha estado muy
potente", cuenta. Es lo que sucede en Iquitos, una localidad en medio de
la selva peruana, donde han fallecido seis comunicadores.
"El problema es que un periodista que
esté infectado, por el tema de que comparte el mismo espacio con sus colegas o
que a veces se movilizan en los mismos autos, contagia a todo el bloque",
dice. En Puerto Maldonado, en la frontera con Brasil, se comprobó: se le hizo
una prueba rápida a 18 reporteros que cubrían lo que pasaba en la calle. De
ellos, 16 dieron positivo a anticuerpos de COVID-19. Portaron el virus de manera
asintomática.
Para la ANP la causa es clara: al ser
trabajadores independientes, no existe una empresa periodística a la cual
exigirle elementos de protección personal. "La mascarilla casera puede dar
sensación de protección, pero no te protege", recalca. En los grandes
medios, en tanto, los equipos de protección demoraron cerca de cuatro semanas
en estar disponibles. "Eso está superado ahora, pero tardaron
demasiado", opina.
Las consecuencias están a la vista. Para el
Colegio de Periodistas de Lima, que incluye en su conteo a trabajadores de
medios que no tengan la profesión de periodista, como jefes de impresión y
camarógrafos, los fallecidos en pandemia han sido 74. El impacto emocional ha
sido tal que la organización gremial dedicó la edición de junio de su revista
mensual "Periodistas"
en honor a los comunicadores fallecidos.
"Como suele ocurrir en los conflictos
bélicos, los periodistas, con escasos recursos, pero gran convicción, se
alistaron en primera fila del frente de batalla", se lee en las páginas de
la revista. "Nuestra profesión ha pagado un enorme tributo en su noble y
heroica misión de informar a la sociedad lo que aquí está
ocurriendo".
Fuente: https://ijnet.org/es/stories#story:7100