Diversos organismos de salud han establecido recomendaciones claras:
Organización Mundial de la Salud (OMS): recomienda evitar cualquier exposición a pantallas en menores de 2 años, y limitar su uso a un máximo de 1 hora diaria entre los 2 y 4 años.
Academia Americana de Pediatría (AAP): desaconseja el uso antes de los 18 meses (salvo videollamadas), y aconseja que entre los 2 y 5 años el uso sea limitado, acompañado por un adulto y con contenido educativo.
Comités europeos (España y otros): recomiendan evitar el uso libre de pantallas hasta los 6 años, y supervisar estrictamente su uso a partir de esa edad.
Más allá del tiempo, la calidad del contenido y la presencia activa de los adultos son factores clave para minimizar riesgos.
Riesgos del uso excesivo
Exponer a niños durante muchas horas a celulares, tablets o TV puede generar:
* Problemas de sueño (por exposición nocturna a la luz azul)
* Retrasos en el desarrollo del lenguaje
* Dificultades en la atención, irritabilidad o bajo rendimiento escolar
* Aumento del riesgo de obesidad infantil
* Síntomas de ansiedad, aislamiento y baja autoestima
Investigaciones recientes también vinculan el uso temprano de pantallas con una menor tolerancia a la frustración y una sobreestimulación constante que afecta la capacidad de concentración y regulación emocional.
¿Y los beneficios?
No todo es negativo. Utilizada con criterio, la tecnología puede ser una aliada:
* Promueve el aprendizaje visual, auditivo y lógico
* Ofrece acceso a contenidos educativos y culturales
* Fortalece la comunicación con familiares lejanos mediante videollamadas
* Introduce de forma temprana competencias digitales básicas
La clave está en el uso consciente, acompañado y adaptado a la edad.
¿Qué pueden hacer madres, padres y cuidadores?
Establecer horarios y zonas libres de pantallas (como durante las comidas o antes de dormir)
Priorizar el juego libre, el movimiento y la interacción cara a cara
Seleccionar contenidos apropiados y verlos junto al niño
Dar el ejemplo con un uso adulto equilibrado del celular o TV
Fomentar conversaciones sobre lo que se ve en pantalla: qué pasa, qué sienten, qué piensa.
Cuando una pantalla reemplaza un abrazo
En la vorágine diaria, una tablet puede parecer la solución fácil. Pero cada minuto frente a una pantalla es también un minuto que no ocurre en el mundo real: sin cuerpo, sin tacto, sin voz humana.
No se trata de prohibir, sino de habitar el presente con ellos. Porque las pantallas enseñan, sí, pero nosotros les damos el mundo.
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