Las costumbres se arraigan en cada país, aunque sean importadas. El
“Papá Noel”, abrigado, con nieve y trineo, se festeja el 24 o 25 de diciembre,
a pesar de los calores de verano y hasta con esos animales cornudos que jamás
se vieron por estas pampas. Son tradición desde siempre y nadie se cuestiona el
sentido importado. Esa naturalidad --de sidra y pan dulce, de regalitos “por lo
menos, para los más chicos”, arbolitos adornados-- esta vez luce apagada,
flaca, angustiada en la mayoría de las familias.
Escribe
Carlos Villalba*
Millones de personas votaron al ultraliberal Javier Milei como
presidente de la Argentina (14,3 M) y tres millones menos (11,5) lo hicieron
por el peronista Sergio Massa. Aquellos ganaron, éstos perdieron, pero, 10 días
después del 10 de diciembre en que el país abrió la puerta del peor infierno
-el del hambre, de las enfermedades y de la falta de techo- ya no quedan
vencedores ni vencidos: la inmensa mayoría de esos 25 millones de mujeres y
hombres, jóvenes, adultos y viejos, ya integran la categoría abarcadora de víctimas.
Mientras
los ojos bajos de quienes no tienen casi nada y de los que intuyen que ese es
el camino del futuro caminan por un
mundo que atrasa, nada de lo poco navideño que sobrevive en estas jornadas, es
perdurable. Con el último corcho del año estalla el mundo normal, pobre,
injusto, a veces un poco mejor, siempre duro, pero normal… que viven los
argentinos durante más de un siglo y comenzara la tragedia. Además de esa vida,
una vez más “sin pan y sin trabajo”, los camiones del saqueo empezarán a llenar
sus cajas inmensas.
El objetivo principal del
modelo que ya está en marcha es “incrementar la incidencia local de los grandes
monopolios transnacionales”, especialmente los ligados a la explotación de
bienes naturales comunes, convertidos en recursos extraíbles sin control (petróleo,
litio, minerales y alimentos, energía) y a los capitales financieros.
Con esa
afirmación, tan sencilla como alarmante, comienza la “Caracterización del Modelo
Económico de la Libertad Avanza”, elaborado por Pablo Chena,
investigador del CONICET y director del Registro Nacional de Trabajadores de la
Economía Popular (Renatep) del Ministerio de Desarrollo de la Nación, ya
aserrado por la máquina de la oligarquía.
El
diseño del reparto de los bienes comunes de argentinas y argentinas, así como
la destrucción de un Estado construido con el trabajo acumulado de cada miembro
de la ciudadanía a lo largo de más de 150 años, se organizó durante todo el año
2023. Sería el plan de negocios que llevaría a cabo el PRO de
Mauricio Macri y, ante el fracaso provocado, precisamente, por la imagen y las
acciones del gerente general de Sociedad Macri S.A (SOCMA) terminó guiando la
ruta del desguace de Milei.
El demoledor
sin cartera, Federico Sturzenegger,
redactó la primera lista de bienes, recursos estratégicos, empresas estatales y
la repartió entre los jefes de los principales grupos económicos oligárquicos
que operan en el país. No hizo falta, ni siquiera, llamar a remate. Como un
carancho, cada uno de ellos fue eligiendo su bocado y, si no estaba aquello de
lo que quería apropiarse, lo incluyó.
Por otra parte,
los estudios de abogados que defienden los intereses de esos sectores,
prepararon la rotunda nómina de las leyes y hasta artículos constitucionales
que protegen a la argentinidad toda, sin diferencias partidarias e, incluso,
sociales, que se construyeron a partir de Hipólito Irigoyen, Alfredo Palacios o
Juan Domino Perón y de las luchas y sacrificios de obreros, trabajadores,
sectores medios, pequeños y medianos productores del campo y la industria.
Rápido,
aprovecharon el terremoto y redactaron el decreto que propone la explosión
final; ni siquiera acudieron a “técnicos” conocedores de la dinámica
legislativa, y tiraron la bomba a la calle.
El
escenario macroeconómico diseñado para lograrlo parte de la estanflación,
para ajustar los ingresos reales de los sectores populares, y luego
dolarización, para disciplinar a los sectores trabajadores a través del régimen
monetario, señala el informe del economista del Movimiento Evita.
Los objetivos específicos
para la implementación del plan son los de recomponer el margen de ganancia de
los grandes monopolios extranjeros a través de la equiparación de los precios
internos con los internacionales (liberalización de precios regulados),
devaluación, licuación ingresos laborales por medio de un fogonazo
inflacionario combinado con desregulación económica.
Asimismo,
promover el ingreso de dólares al país para dolarizar las ganancias monopólicas
generadas. Con este objetivo el gobierno buscó un ajuste externo de shock, a
través de una megadevaluación, para frenar las importaciones y aumentar los
saldos exportables futuros en búsqueda de un superávit de balanza comercial acelerado.
Incluye derrumbar los ingresos reales de los sectores medios y
bajos a través de un fogonazo inflacionario para contraer de manera abrupta la
demanda interna (privada y pública). Esta es una condición necesaria para el
objetivo de superávit externo.
Sigue
un ajuste fiscal recesivo para consolidar la estanflación y acelerar la caída
del consumo interno, dinamizar la llegada de dólares especulativos al país a
través de la bicicleta financiera y las privatizaciones y, a mediano plazo
dolarizar la economía.
Se buscará que eso sea en el momento del pico máximo de
desigualdad social y menor ingreso real en los sectores populares con el fin de
estabilizar el modelo en el largo plazo.
Para cumplir
con el primer objetivo de aumentar el margen de ganancias de los sectores
concentrados de la economía, el gobierno impulsa la liberalización de todos los
precios regulados, desmantelando los controles y regulaciones existentes.
Estas medidas habilitan al capital concentrado para aumentar sus precios por
encima de los costos, maximizando ganancias bajo la premisa de “precios
libres y salarios reprimidos”. La estrategia de beneficiar al capital
concentrado es el motor de la estanflación, indica el informe de Renatep.
El impulso de la inflación
monopólica a través de la liberalización de precios, que se suma a la inflación
existente, se traslada a las pymes comercios, que no pueden trasladar todos los
aumentos de costos a precios debido a la fuerte caída del consumo interno. Este
efecto preludia un cierre masivo de Pymes (por caída de precios y de márgenes
de ganancias) y mayor concentración y extranjerización del capital.
Para cumplir su segundo objetivo de dolarizar las ganancias generadas por los monopolios, el gobierno impulsa el ingreso de dólares a través de los canales del superávit comercial y de la bicicleta financiera. El primer canal requiere una fuerte caída en las importaciones, junto a un incremento de los saldos exportables de granos. Para lograr este cometido se proponen un derrumbe del consumo interno que esperan lograrlo con la licuación de ingresos reales generada por el proceso inflacionario. Esto consolida la estanflación.
A lo anterior le suma el segundo canal con un pretendido ingreso de dólares de corto plazo incentivado a través de la bicicleta financiera provocada por una tasa de interés superior a la devaluación esperada (para atraer capitales externos) pero inferior a la inflación (para licuar ahorro interno).
Para cumplir el objetivo mencionado de derrumbar los
ingresos y el consumo de los sectores medios y bajos que viven del trabajo, el
gobierno impulsa la inflación monopólica
combinada con un freno a la recomposición de los salarios.
Ese fogonazo inflacionario provocado por la propia política
económica (liderado por los incrementos de precios de los sectores
monopólicos), que se suma a la inflación existente previamente, acompañado de
una política represiva contra cualquier intento de recomposición salarial, es
una herramienta clave del gobierno para generar superávit comercial necesario
para cumplir con la promesa de dolarización de los excedentes monopólicos.
Finalmente,
para cumplir con el objetivo de consolidar este modelo en el largo plazo, el
gobierno buscará la dolarización antes de que los sectores populares logren, a
través de la lucha social, indexar sus ingresos para defenderse de la nueva
escalada inflacionaria. De esta formal, a dolarización actúa como una camisa de
fuerza monetaria para que el modelo señalado sea de muy difícil reversión
futura.
El éxito
de este modelo de expansión local de los monopolios extranjeros dependerá, en
el corto plazo de:
- la
capacidad de la inflación para licuar los ingresos populares;
- la
eficacia de la bicicleta financiera para traer dólares del exterior,
- la
fuerza del ajuste monetario y fiscal para generar superávit externo y
- de la capacidad del gobierno de dominar el escenario social con la política de disciplinamiento y represión.
Consecuencias económicas y sociales
Por último, el informe de Pablo Chena señala que en el corto plazo las consecuencias serán estanflación, destrucción acelerada de puestos de trabajo, fuerte caída del consumo interno, cierre de pymes, pobreza, desigualdad social, conflicto social. Y, en el largo plazo: concentración y extranjerización de la economía, mayor pobreza estructural y exclusión social, pobreza y dolarización.
--
Fuente: https://estrategia.la/2024/01/01/un-2024-sin-pan-el-modelo-imperial-de-los-grupos-economicos-y-su-milei/
Carlos Villalba: *Psicólogo y periodista argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la).Miembro de la Usina del Pensamiento Nacional y Popular.