Antonio Suárez vive en Abra Pampa, es parte del "Tercer Malón
de la Paz" y de la Nación Kolla. Participa de los cortes de ruta en Jujuy
y formó parte de la comitiva que se reunió con el Presidente. Explica por qué
se mantienen los bloqueos y asambleas, exige el cumplimiento de los derechos
indígenas y reitera el rechazo a la megaminería: "El agua vale más que el
litio".
Escribe Nahuel Lag
El cruce de las rutas nacionales 52 y 9 en
Purmamarca, a 65 kilómetros al norte de San Salvador de Jujuy, es el núcleo de
la resistencia de los pueblos originarios contra la reforma “inconstitucional”
del gobernador Gerardo Morales. El cruce de rutas simboliza el punto de
encuentro de las comunidades originarias del oeste —Olaroz, Susques,
Laguna Guayatayoc— y las del norte —La Quiaca, Abra Pampa, Humahuaca—, todas
representadas en el Tercer Malón de la Paz.
Antonio Suárez es malonero por la Nación Kolla, el 15 de junio llegó al cruce
de rutas desde Abra Pampa, marchó hasta la capital el 16, vivió la represión del 17 de
junio en Purmamarca y la persecución de los días
posteriores. La semana pasada fue parte de la comitiva que viajó a Buenos Aires
para alcanzar un petitorio al presidente Alberto Fernández en la Residencia de
Olivos y este lunes celebró cuando el Concejo Deliberante de Abra Pampa declaró
el rechazo a la reforma, algo que ocurrió también en Humahuaca el fin de
semana.
“El gobierno de Morales quiere hacernos creer que la reforma es
innovadora, que es un beneficio para nosotros, pero nosotros vemos, cada vez
más, que va en detrimento de los
territorios, de nosotros como pueblos y naciones preexistentes”,
advierte Antonio y señala que Jujuy sigue en pie.
El “No a la reforma” retumbó
desde el 23 de mayo, cuando juraron los constituyentes, encabezados por
Morales, para una convención que resolvió en poco más de tres semanas lo que
debía debatir en 90 días. El rechazo por el artículo que limita y criminaliza
el derecho a la protesta —que Morales estrenó con un centenar de detenciones
arbitrarias— fue lo primero denunciado por comunidades originarias, docentes y
organizaciones sociales.
Sin embargo, los pueblos originarios cuestionan la
“constitucionalidad” de la reforma en sí misma por incumplir el derecho a
consulta, los artículos 36 y 50, sobre propiedad privada y derechos indígena
—que el gobernador decidió poner a discusión el mismo día de la jura, de forma
unilateral—, y otros que siguen vigentes como los 72, 74 y 75, que dejan en
manos del Estado el manejo de los recursos naturales y la explotación del agua,
con un enfoque netamente productivista y la explotación del litio
como principal objetivo.
Por eso, en las rutas provinciales continúan, al menos, diez
cortes de las comunidades originarias. “La decisión es sostener los cortes, se
ha decidido en asamblea, estamos
en diferentes rutas y no está dispuesto a salir ningún hermano ni hermana”,
asegura en diálogo con Tierra Viva. Cuando habla de la decisión en asamblea se
refiere a la que ocurre en cada comunidad, en cada corte y, en particular, la
asamblea del Tercer Malón de la Paz que desde el 16 de junio se instaló en el
cruce de las rutas 52 y 9, y funciona como referencia. “Hace décadas que no ve
en Jujuy una movilización como la que protagonizó el Malón de la Paz”, asegura
el comunero de Abra Pampa.
La agenda mediática corrió la mirada de Jujuy luego de la represión. El gobernador Morales consiguió su objetivo de mostrarse como un dirigente de mano dura para ser nombrado como precandidato a vicepresidente de Horacio Rodríguez Larreta y lo que queda es “el ninguneo de mostrarnos como piqueteros, de decir que no somos de aquí los que estamos en las rutas, que tenemos relación con Milagro Sala, que tenemos relación con la izquierda o con el kirchnerismo. Eso es un ninguneo y racismo por parte del gobierno provincial y los hermanos se enervan por eso. Si nos hemos sostenido, desde el día que salió la marcha del Malón de la Paz, es gracias a los hermanos y hermanas de las comunidades que nos respaldan”, describe Antonio sobre la profunda raíz comunal que tiene la protesta.
En las últimas horas esa respuesta local se hizo sentir en
Humahuaca y en Abra Pampa, donde los Concejo Deliberante votaron una
declaración de rechazo a la reforma constitucional por exigencia de la
población. En Humahuaca ocurrió el viernes por la noche y fue en medio de un
nuevo operativo represivo de la Policía de Jujuy, que volvió a apuntar a la
cara de los manifestantes dejando herido en el ojo al joven Joel Paredes, como
ocurrió en la jornada represiva del 17 de junio con Mijael Lamas.
“Hay bastantes ánimos, por lo que manifiestan hermanos y hermanas,
de que se pueda replicar en muchas localidades”, asegura Antonio y
explica que “es el conjunto de la población en La Quebrada y la Puna, que
defiende el conjunto del territorio”. “Esta lucha se está haciendo cada vez más
fuerte”, sentencia.
—Desde el inicio de las protestas el gobierno jujeño respondió con
detenciones arbitrarias y persecución. ¿Qué garantías tienen hoy en la
provincia quienes sostienen la protesta?
—Por parte del Estado y del Gobierno sentimos que no tenemos
ninguna garantía. Al contrario, se continúan profundizando las intimidaciones,
la persecución a través de contravenciones a los comuneros y a los referentes
de las asamblea del Tercer Malón de la Paz en Purmamarca. No hay ninguna
garantía. Desde que marchamos a San Salvador de Jujuy se sentía, aunque
nosotros no lo tomamos en cuenta porque íbamos, como decíamos, por la paz. Al
llegar a la capital ya veíamos más cantidad de policías de civil e infiltrados
en nuestro malón. Cuando llegó la represión, muchos ya estábamos identificados,
y en el día de la represión, en Purmamarca, iban directo en busca de los
referentes. Hicieron búsquedas por los cerros. Muchos decidimos resguardarnos
porque había policía de civil infiltrada.
—En los primeros días de represión tuvieron que esconderse por el
peligro de sufrir detenciones arbitrarias…
—Cuando marchamos con el Tercer Malón estábamos al resguardo de
las mujeres con las que marchábamos. Ellas se pusieron al frente, por decisión,
esperando que no las fueran a reprimir, pero ocurrió lo contrario. Los
referentes fueron detenidos y golpeados durante la represión y luego en el
traslado a Alto Comedero. Desde ese momento, siguió la persecución. En la
Quebrada de Humahuaca denunciaron el intento de secuestro de dos comuneros. A
referentas comuneras de Abra Pampa, la Policía fue a buscarlas a sus casas e
ingresó sin dar explicaciones. No las encontraron porque estaban en Purmamarca,
pero ese es el tipo de intimidaciones que viven referentes y sus familias hasta
el día de hoy.
—Otra de las denuncias graves contra el gobierno de Morales fue la
utilización de camionetas sin identificar para
hacer tareas de rastrillaje.
—Cuando viajamos a Buenos Aires algunos hermanos llegaron a la
nueva terminal de ómnibus de San Salvador y fueron intimidados por movimientos
policiales y camionetas blancas de doble cabina sin patente que pararon ahí.
Eso muestra a las claras cómo es el seguimiento que llevan adelante. La
persecución continúa hasta el día de hoy. También con intervención de los
celulares, el Gobierno abiertamente dice que tiene registro de los contactos de
los comuneros con familiares, amigos y periodistas. Además de los inhibidores
de señal que existen en Purmamarca, donde está la asamblea, y en los
alrededores de la Casa de Gobierno y la Legislatura.
Foto: Susi Maresca
—¿Estas denuncias las llevaron
la semana pasada a la reunión que tuvieron con el presidente Alberto Fernández?
—Desde un primer momento se lo invitó al Presidente a que venga
al territorio, que vea el conflicto de primera mano, cómo estamos resistiendo
en los territorios y qué es lo que nos ha llevado a movilizarnos. Se elevó la
nota con anterioridad y después ocurrió la invitación a la casa de
Olivos.
—Tras la reunión que tuvieron en Olivos, el Ministerio de Justicia
elevó un pedido a la Corte Suprema para que declara inconstitucional de varios
artículos de la reforma, entre ellos, lo que van contra el Convenio 169 de la OIT,
de consulta previa e informada, pero en el petitorio que
presentaron va más allá. Le exigen al Gobierno que reglamente por decreto el
proceso de consulta, en particular para los proyectos de explotación de litio.
¿Por qué?
—Vimos oportuno que el Presidente pueda escucharnos y mostrarle
que en Jujuy existen tres protocolos de consulta hechos por las comunidades,
que significó un proceso de años para poder elevarlo, pero tanto los gobiernos
provincial como nacional y las empresas privadas sobrepasan esos protocolos de
consulta en detrimento de los pueblos. A pesar de que la Argentina reconoce
constitucionalmente el Convenio 169 de la OIT, queríamos marcar que existe
trabajo hecho para reglamentar la consulta, para que pueda hacerse concreto y
el gobierno nacional sea parte y se haga cargo.
—Uno de los argumentos de Morales para defender la reforma parcial
de la Constitución de Jujuy era que venía a incorporar estos acuerdos y
convenios internacionales. Y el día de la jura anunció que daba marcha atrás
con los artículos 50 y 36, pero desde el Malón de la Paz marcaron que esto era
insuficiente y mantienen el reclamo de nulidad de la constitución. ¿Por qué?
—El Convenio 169 de la OIT está ratificado desde 2001 por la
Argentina, pero sabemos cómo se lleva a la práctica. El último conflicto fue en
la comunidad de Lipán, que integra la cuenca de Laguna
Guayatayoc y Salinas Grandes. Entonces, Morales habló de “consulta”, pero para
él “consulta” significa una reunión en la que un comunero y dos o tres familias
de la comunidad firmen el acta, aún sin estar de acuerdo. Desde el gobierno
provincial eso es suficiente para llevar adelante cualquier emprendimiento,
aunque sea violatorio de los protocolos de consulta. La consulta se trata de un
proceso más largo, que no puede ser marcado por el gobernador sino por las
comunidades afectadas. Nosotros decimos que no hay un “no” o un “sí”, lo que
pedimos es que las consultas se lleven adelante y, hasta al momento, no hubo ni
hay intención. El
gobernador Morales dio marcha atrás en los artículos 36 y 50 como si fueran los
únicos artículos que afectan a los pueblos originarios, pero si los pueblos
originarios siguen en las rutas es porque el conjunto de la reforma nos afecta.
—¿Cuáles serían los otros
artículos?
—Siguen vigentes en la Constitución reformada el artículo que
habla de los recursos naturales, el 74 sobre tierras fiscales, el artículo 75
sobre el uso del agua. Entendemos que esos artículos nos afecta de forma
integral, sobre todo el del agua, que afecta a los que vivimos en el territorio
y los que viven en la ciudad.
—También habla de una afectación al conjunto del territorio y las
comunidades.
—Es bueno destacarlo. Por ejemplo, a nosotros como Nación Kolla
nos quieren enmarcar dentro de un espacio territorial mínimo: determinado por
mapeo, por programas. Pero la relación con el territorio es diferente, hay una
relación constante con la urbanidad, con el ir y venir de la comunidad. El
kolla está mucho más dolido con esta lucha, porque siente que no afecta solo un
territorio sino toda una vida, ya esté en el territorio o en la urbanidad. El
Tercer Malón ha fortalecido ese lazo, que el gobierno siempre ha pretendido romper.
Es el conjunto de la población en La Quebrada y la Puna, que defiende el
conjunto del territorio.
—¿Este lazo del que habla entre quienes viven en el territorio y
en la urbanidad se refleja en el lazo que ha unido la lucha de los pueblos
originarios con la de los docentes?
—Exacto. A diferencia de lo que pasaba hace veinte o treinta
años atrás, tanto en La Quebrada como aún más en la Puna, ahora existen
docentes con nuestra piel, de nuestra raza, de nuestra nación. Ahora son
muchos, por eso, son los docentes los que se han plantado ante los gremios para
marcar que no es solo una discusión salarial sino que el primer punto tiene que
ser la nulidad de la reforma, luego se habla de la paritaria. Hay hermanos con
docentes que trabajan en San Salvador de Jujuy, pero todos los fines de semana
vuelven al territorio a cuidar sus animales, a sus llamas, no pierden esa
relación con el territorio. Por eso esta lucha se está haciendo cada vez más
fuerte.
—Morales sostiene que 150 comunidades firmaron a favor de la
reforma constitucional, pero desde el Tercer Malón viene advirtiendo
irregularidades en el funcionamiento del INAI (Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas) en la provincia y de los Consejos de Participación Indígena. ¿Cuál
es la situación?
—Los Consejos de Participación Indígena son una figura que ha
creado el Estado para hacer el nexo entre las comunidades. Muchos son hermanos
o hermanas representantes ante el Gobierno, pero para nosotros no son más que
mensajeros, aunque el Estado los tome como representativos de toda una
comunidad y algunos se atribuyen esa representatividad. Sabemos que algunos de
ellos han tenido reuniones, han dado su aval a favor de la reforma. Por eso, en
muchas de las asambleas recientes fueron desenmascarados y han sido sacados por
no ser representativos. En la reunión en Olivos se le planteó al INAI que sean
removidos de sus cargos, porque hace un tiempo considerable debieron ocurrir
nuevas elecciones en los CPI. Respondieron que hasta diciembre no le da tiempo
para resolver las nuevas elecciones. Morales habla de 150 comunidades que han
firmado, pero pueden tomar como representativo a un hermano o hermano que es
mensajero de 30 o 50 comunidades. Realmente no es así.
—¿Cómo impacta el mal funcionamiento del INAI en la provincia para
una de sus tareas fundamentales como el relevamiento de tierras y entrega de
títulos?
—Si ha sido difícil durante los gobiernos anteriores, durante el de Morales no se ha
entregado ningún título de propiedad comunitaria. Muchos
hermanos y hermanas tienen títulos de propiedad individual, mientras que solo
el 30 por ciento de las comunidades cuentan con el título de propiedad
comunitaria. Si los títulos individuales están en juego con esta reforma, mucho
más los de propiedad comunitaria que aún no han sido reconocidos y figuran como
tierras fiscales. Contra
el gobierno de Morales existen denuncias de manipulación para realizar la
entrega de títulos, pedidos para que las comunidades cedan parte de sus
territorios, ricos en salares o lagunas, a cambio de conseguir el título.
Mientras tanto, las comunidades que desde el gobierno provincial marcan como
conflictivas sufren trabas burocráticas impuestas por la Secretaría de Pueblos
Indígenas para que los hermanos no puedan llevar adelante sus emprendimientos productivos
como por ejemplo, la producción de lana de vicuña.
—¿Cómo es eso? ¿Podría dar un ejemplo?
—Por ejemplo, a una comunidad de Laguna Guayatayoc le están poniendo trabas burocráticas, para trámites como el de contar con una cuenta bancaria, porque necesitan la certificación de la Secretaría de Pueblos Indígenas. La comunidad cría vicuñas, hizo la esquila y tienen el acopio, pero no puede vender. Son trabas para que sigamos sumisos a un poder, al gobierno o sigamos dependiendo de un Estado. Ese puede ser una ejemplo, como muchos otros, de las trabas que pone el gobierno de Morales para el desarrollo propio de las comunidades. Es el gobierno el que traba los modelos de desarrollo elegidos por las comunidades…
Foto: Telam
—El ejemplo de Laguna
Guayatayoc es significativo, porque en esa cuenca las comunidades resisten el
avance de la explotación de litio, mientras que comunidades vecinas en el salar
de Olaroz han aceptado que se avance. ¿Cómo evalúa esa situación?
—Han aceptado ocho de diez comunidades en Olaroz. Allí nosotros
tampoco creemos que haya ocurrido una consulta real, pero han aceptado. Sin
embargo, con la movilización del Malón de la Paz, que sobrepasa el
funcionamiento de los CPI y los comuneros, han salido a cortar las rutas en
Susques en la propia puerta de la empresa Allkem.
Eso visibiliza que no todos estaban tan cercanos a la posición del gobierno
sino algunos referentes o dirigentes, no la mayoría de la
población.
—Una de las consignas de la lucha contra la reforma constitucional
es "vienen por el agua". ¿Cómo explicaría esto a quienes están en las
ciudades y ven en el litio una oportunidad económica?
—El agua vale más que el litio. En nuestra Puna siempre ha sido
crítica la cuestión de la sequía. El 99 por ciento de las familias en los
territorios viven de su ganadería, su vida depende de ello. Es una situación de
sobrevivencia: hay zonas en las que se deben recorrer kilómetros y kilómetros
para abastecerse de agua. Lo hacen trayendo agua desde lo más alto de los
cerros. Hasta ahora, las comunidades regulan el uso del agua, se autogestionan
a través de consejos con decisiones asamblearias, con esta nueva reforma está
en peligro porque el artículo que regula el recurso del agua habla de licitaciones
para el desarrollo de emprendimientos productivos como el litio. El agua viene de arriba, de los
cerros, y ha sido cuidada por milenios por nuestros abuelos y queremos seguir
cuidándola de la mejor manera. Si un turista puede venir a
ver la la Quebrada, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad, o si puede
visitar la Puna y encontrar sus paisajes como han sido históricamente; no es
por falta de tecnología ni porque no queramos el desarrollo sino porque creemos
que es la mejor manera para conservar el territorio para nuestros hijos. En
esos territorios queremos
seguir desarrollando nuestra cultura, nuestra lengua, nuestra manera de vivir,
nuestra relación con la Pachamama.
Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/el-gobierno-de-jujuy-traba-los-modelos-de-desarrollo-elegidos-por-las-comunidades-indigenas/
Fotos: Maresca y Telam