DE LA MUY LARGA HISTORIA, EN TUCUMÁN, DE LA ESCUELA DE LA PATRIA

 

Después de 210 años, pareciera que finalmente, se podrá poner en valor efectivo e histórico, el establecimiento escolar que surgiera por la voluntad expresa del General Manuel Belgrano, quien se distinguió, como casi todos los hombres de su época, en visualizar la educación como acción de gobierno imprescindible para fortalecer la formación humana, social y política, en tanto ciudadanos de un mundo complejo, no importa cuando se considere ese mundo. Foto: https://geneasud.blogspot.com/2019/03/la-increible-historia-de-las-escuelas.html

Hubo momentos puntuales, tras haberse recuperado el sistema democrático en nuestro país, que se hicieron arreglos edilicios, aunque siempre, no todo lo que se requería.

El año pasado, el ministro Educación de la Nación, Jaime Perczyk y el área respectiva provincial, impulsaron y se aportó los fondos para la reconstrucción edilicia de ese espacio escolar, lo cual comenzó días atrás.

Los posicionamientos políticos que produjo el comienzo de esa obra edilicia, da cuenta de la fuerte raíz histórica de la edificación en sí y del hecho de que se trate de “una escuela donada por Belgrano”, más aún… y eso es notorio, en el contexto electoral que se está viviendo. Así lo expresaba la candidata a intendente en SMT, por Juntos por el Cambio, @Beatriz AvilaOK en su cuenta de Twitter: “Luego de anuncios y promesas hoy celebramos los avances para la realización de las obras, y esperamos con muchas ansias la ejecución de las mismas”

Por su lado, quien fuera diputado nacional, Miguel Nacul en los ´90 e hiciera un importante trabajo desde su bancada para que se cumpliera el mandato histórico de Belgrano, tras numerosas entrevistas que lo tuvieron como protagonista, hace unos días, salió a responder una nota aparecida en el matutino local, de quien fuera ministro de Educación  de la administración bussista.

Nota del ex legislador Miguel Camel Nacul  

Belgrano no está para satisfacer veleidades de nadie. La Escuela de la Patria es de todos los tucumanos, porque así lo dispuso el padre fundador al donar su dinero en 1813 para que se construya. Hasta que no esté concluida, sólo se debe seguir trabajando por ese objetivo, y no pretender arrogarse méritos en exceso por lo que en parte le tocó hacer, sea como ex ministro, como tampoco considerar que, por poner el último ladrillo, la escuela será una obra nueva y un logro exclusivo del último funcionario interviniente.

Jorge Malmierca reclama que la historia se cuenta a medias, y bien, trataré de recordarla completa, auxiliado por los recortes sobre la escuela, publicados por La Gaceta, que conservo en su totalidad.

La Escuela de la Patria recién se puso en planta, como exigía Belgrano, a fines de 1975, por un proyecto impulsado por Martha Dichiara, presentado por el legislador Ricardo Díaz, y promulgado como ley, por el Gobernador Amado Juri. El establecimiento se construiría una vez que la Nación remitiera los fondos donados por el prócer que nunca habían transferido.

El terreno para la escuela se determinó que fuera el de la manzana comprendida entre calles Lavalle, Bolívar, Jujuy y La Rioja, cercana al lugar donde sucedieran los acontecimientos de la batalla, aquel 24/9/1812. Decisión que fue ratificada por decretos de sucesivos gobernadores.


Pero recién en 1993, (LG:27/7/93/) por un proyecto que presenté como Diputado de la Nación, en la ley de presupuesto para 1994, la Nación reconoció la deuda que tenía con Tucumán, y destinó una primera partida de un millón de dólares, para comenzar a saldarla, calculada en cuatro millones (LG:15/01/94).

Ortega dejó vencer esa y una siguiente, dispuesta por idéntico monto para 1995, (LG:9/12/94), por no presentar los planos del edificio. Tan poco creía en el proyecto, que no obstante colocar la piedra fundacional (LG:25/9/94), mandó a refaccionar dependencias del abandonado Hospital Zenón Santillán que debía ser demolido para erigir la escuela, para alojar enfermos con VIH (LG:4/8/94). A su turno Bussi desperdició una tercera, establecida para 1996, por ni siquiera abrir una cuenta especial para receptarla.

Es por eso que me reúno en enero de 1997, no con Malmierca, sino con Héctor Partridge, que era el ministro de educación por entonces, para saber si estaban dispuestos a trabajar por el legado belgraniano. A partir de ese momento, comencé a gestionar nuevamente los fondos (LG:9/01/98 y 26/5/98), y el Ministerio de Educación de la Nación tomó la decisión de edificar la escuela (LG: 1/3/98), por lo que llamó a licitación para construir la primera etapa del establecimiento, por 1.930.000 dólares, con un plazo de ejecución de 12 meses, en avisos publicados en mayo de 1998, los días 18, 19 y 20, con amplia difusión del tema (La Gaceta, 31/5/98). La obra comenzó a fines de agosto de ese año (LG:2/10/98), es decir que, hasta ese momento, Malmierca tuvo escasa participación, ya que en su nota reconoce haber asumido sus funciones casi en julio de ese año.

Lo grave es, que también admite haber utilizado el edificio de la Escuela de la Patria donada por Belgrano, para alojar a dos escuelas que no contaban con edificios. La Manuel Belgrano, primaria, en ruinas, y la Comercio 3, secundaria, que alquilaba.  Esto fue una vergüenza, porque la escuela donada por Belgrano debió ser una nueva matrícula a ofertar para la formación de nuestros niños y jóvenes, antes que convertirla en ambulancia para solucionar la falta de dos edificios que era de responsabilidad de la provincia solucionar.

En el conocido apuro bussista por mostrar obras, la primera etapa se abrió a los estudiantes, con los baños y las aulas sin terminar, dado que el hijo de Bussi, se presentaba como candidato a sucederlo en esos meses. Con el apuro, hasta llevaron un religioso “trucho” de una iglesia que había perdido su personería (La Gaceta 14/7/99) para bendecir la obra. Por supuesto, al no estar terminada, no asistió ningún funcionario nacional.

La historia sigue. Es larga. Durante la gestión de Miranda ni se intentó avanzar con la segunda etapa. Por el contrario. Mediante un decreto se quiso cercenar parte del terreno para estacionamiento de vehículos de la DPA (LG: 22/01 y 27/02/2003 y su ministro Alperovich, destinó los casi 300.000 dólares sobrantes de la licitación, para “gastos generales” (Clarín 24/01 y 14/3/2003). Años después y ya como gobernador, tuvo que devolverlos, pero en pesos devaluados, en obras para la escuela.


Por ello que hoy, por continuar con nuestra gestión como Comisión Histórica, y con el apoyo del Gobernador Manzur y su ministro Lichtmajer, se haya logrado por decisión del Gobierno Nacional y su ministro de Educación Jaime Perczyk, la licitación y adjudicación de la obra, para la terminación del sector primario, con más de 13 aulas, más módulos sanitarios y espacios para los docentes, y se encuentre en trámite la licitación para las 12 aulas faltantes de la secundaria, sectores recreativos y deportivos, nos llena de satisfacción. 2.800 estudiantes cursan en sus aulas y beneficiarlos es lo único que importa.

Por lo dicho, la escuela ni es una obra concluida, ni tampoco una nueva. Que nadie se vanaglorie o apropie de una causa noble, que reconoce en el trabajo de varios tucumanos, a una cadena de esfuerzos. 

Terminemos la escuela, y nos abracemos a ella sin mezquindades ni grietas,

MIGUEL CAMEL NACUL


           Nota de Jorge Malmierca, aparecida en la Sección Cartas al Lecor de Matutino "La Gaceta"                               



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