Con sus cabezas cubiertas por los tan icónicos pañuelos blancos, las abuelas de los bebés nacidos en cautiverio en los centros clandestinos de detención ilegal comenzaron organizarse hace 45 años para buscar a sus nietos e hijos. En marzo de 1980 lograron recuperar a las primeras dos nietas: Tatiana Ruarte Britos y su hermana Laura Jotar Britos. Foto: Alberto Haliasz.
Por Leonardo Castillo
La apropiación de bebés nacidos en cautiverio en los centros clandestinos de detención ilegal como si se tratarán de un botín de guerra de la última dictadura cívico militar motivó que un grupo de madres y abuelas se organizaran hace 45 años para buscar a sus nietos, en medio de una sociedad paralizada por el terrorismo de Estado.
La brutal maquinaria represiva ilegal desatada tras el golpe de Estado de marzo
de 1976, motivó que familiares y amigos de las víctimas comenzaran a
organizarse para preguntar dónde estaban los miles de detenidos desaparecidos
que habían sido secuestrados en operativos clandestinos ejecutados por
efectivos de las fuerzas armadas y de seguridad.
En ese país ocupado y sitiado, sin garantías constitucionales, con una prensa
silenciada y una justicia paralizada, surgió el 30 de abril de 1977 un grupo
denominado como las Madres de Plaza de Mayo.
Eran mujeres que comenzaron a concentrarse en la histórica Plaza, y a girar en
torno a la Pirámide de Mayo para inquirir al régimen castrense por la suerte de
sus hijos que habían sido arrancados de sus hogares y lugares de trabajo,
sospechados por sus militancias políticas y sindicales.
Con el tiempo comenzaron a cubrir sus cabezas con pañuelos blancos anudados en
sus cuellos y su presencia a metros de la Casa Rosada comenzó a generar
inquietud sobre la cuestión de las violaciones a los Derechos Humanos, tanto en
el país como en el exterior.
Foto:
Román Von Eckstein.
El
primer antecedente de la existencia de lo que más tarde serían las Abuelas de
Plaza de Mayo se produjo el 15 de mayo de 1977, cuando María Eugenia
Casinelli, junto con un grupo de abuelas presentaban ante la justicia de
Morón un habeas corpus para denunciar la existencia de niños desaparecidos y
reclamar que se suspendieran todas las adopciones.
A los pocos meses, los caminos de dos mujeres que buscaban a sus desaparecidos
cruzaron sus caminos en plena búsqueda. Se trataba de Alicia Licha
Zubasnabar y Chicha Chorobik de Marini.
Licha empezó a ir a las rondas de Madres mientras buscaba a un hijo, una hija
embarazada y dos parientes políticos. Chicha trataba de juntarse con Madres con
nietos chicos que hubieran desaparecido en operativos de las fuerzas
represivas.
Foto:
Alberto Haliasz.
Una funcionaria de minoridad
de los tribunales de La Plata le dio a Chicha la dirección de Alicia; las
mujeres se conocieron y juntas se sumaron a las acciones de Madres de Plaza de
Mayo.
Conocieron a otras abuelas y en octubre de 1977 participaron junto a otras
Madres de la entrega de una carta al secretario de Estados de los Estados
Unidos Cyrus Vance, de visita en Buenos Aires.
Estuvieron presentes en esa actividad las primeras doce fundadoras de
Abuelas: Mirta Acuña de Baraválle, Beatriz Aicardi de Neuhaus, María
Eugenia Casinelli de García Irureta Goyena, Eva Márquez de Castillo Barrios,
Chicha Mariani, Delia Giovanola de Califano, Clara Jurado, Leontina Puebla de
Pérez, Raquel Radio de Marizcurrena, Vilma Delinda Sesarego de Gutiérrez,
Haydeé Vallino de Lemos y Alicia Licha Zubasnabar de De la Cuadra.
Eran un subgrupo de Madres de Plaza de Mayo que inicialmente se denominaron
como Abuelas Argentinas con Nietitos desaparecidos.
Se reunían en confiterías y en parques y eran en su mayoría amas de casa que no
tenían experiencia de haber participado en actividades políticas.
Así y todo comenzaron a recorrer juzgados, orfanatos y hacer investigaciones,
mientras los magistrados le cerraban las puertas de sus despachos y los
políticos optaban no recibirlas.
Foto:
Alberto Haliasz.
A fines de 1977, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) aceptó
un reclamo de Abuelas y el Buenos Aires Herald -el diario escrito en inglés en
Argentina-, publicó una carta dando a conocer la situación de los niños
desaparecidos.
El día del niño de 1978, poco después del Mundial, el diario La Prensa publicó
la primera solicitada de Abuelas, que por entonces comenzaron a establecer
contactos a nivel internacional, con organizaciones, personalidades de
la cultura y dirigentes políticos que se solidarizaban ante estas violaciones a
los derechos humanos más elementales que se cometían en Argentina.
Chicha Mariani y Estela de Carlotto, que se sumó a Abuelas en 1978, fueron
fundamentales en esta tarea.
En base a la información recopilada por organismos de derechos humanos
vinculados con la iglesia brasileña sobre la situación de los desaparecidos en
Argentina, Abuelas logró en marzo de 1980 recuperar a las primeras dos
nietas: Tatiana Ruarte Britos y su hermana Laura Jotar
Britos.
Ambas habían sido adoptadas por el matrimonio Sfiligoy, que colaboró en la
restitución de las identidades de estas niñas.
Más tarde lograron localizar a Paula Logares, que recuperaría su identidad tras
el retorno de la democracia. Entre 1980 y 1983, las Abuelas de Plaza de
Mayo lograron ubicar a cinco niños desaparecidos.
Los contactos internacionales les permitieron contactarse con la Sociedad
Americana para el Avance de la Ciencia, y confirmaron que con datos genéticos
que se encontraban en la sangre podían confirmarse las identidades.
En 1987, recuperó su identidad gracias al trabajo de Abuelas María
Leonor Abinet, la primera nieta nacida en cautiverio, y meses más tarde
consiguieron anular la adopción de Ximena Vicario, por irregularidades.
Fue el año en el cual por iniciativa de Abuelas se aprobó la ley que
estableció el Banco Nacional de Datos Genéticos, una institución
fundamental para recuperar las identidades sustraídas durante la dictadura
militar.
En 1989, Chicha Mariani dejó Abuelas por diferencias con sus integrantes y años
más tarde creó la Fundación Clara Anahí. La entidad, que aún
funciona en La Plata, lleva el nombre de la nieta que una de las 12 fundadoras
buscó y no pudo encontrar. Chica murió en 2018.
Foto:
Alberto Haliasz.
Las leyes de impunidad sancionadas durante el gobierno de Raúl Alfonsín y los
indultos presidenciales de Carlos Saúl Menem no desanimaron a las Abuelas en su
lucha.
En 1997, la asociación inició una causa penal para que se investigara la
desaparición de personas como parte de un plan sistemático de terrorismo de
Estado.
Y al cumplirse 20 años de su creación, Abuelas lanzó acciones colectivas y
masivas, al entender que los niños nacidos en cautiverio tenían 20 años y
podrían comenzar a buscar sus identidades.
Esa vocación de búsqueda se plasmó en obras culturales como Teatro por la
Identidad, Televisión por la Identidad y otras producciones audiovisuales.
Foto:
Archivo Télam.
En agosto de 2014, Estela logró reencontrase con su nieto (el 114 en conocer su
verdaderos orígenes) Ignacio Montoya Carlotto, hijo de Laura Estela
Carlotto, que tenía dos meses de embarazo cuando fue secuestrada, y Walmir
Oscar Montoya.
Javier Matías Darroux Mijalchuk se convirtió en 2019 en el nieto
130 y hasta el momento es el último que recuperó su identidad gracias al
trabajo de Abuelas.
El ministro de Ambiente, Juan Cabandié; el secretario de Derechos Humanos,
Horacio Pietragalla Corti; la titular del INADI, Victoria Donda; son nietos
recuperados en funciones en el Gobierno nacional, al igual que la legisladora
porteña, Victoria Montenegro.
Mientras tanto, la lucha que Abuelas inició hace 45 años no cesa y es
fundamental para la continuidad del proceso de Memoria, Verdad y Justicia.
Foto:
Gentileza BNDG
Fuente: Telam