El agua es un ciclo hidrológico, que en América del Sur ha sido dañado irreversiblemente.
Escribe: Daniel Verzeñassi*
La
vitalidad y permanencia de ese ciclo tiene directa relación con los cursos de
agua. El Río Paraná, que experimenta su menor nivel en 77 años, integra ese
sistema, afectado por el desmonte, el agronegocio y las políticas
gubernamentales.
Los ríos no nacen en un lugar preciso. Los
ríos son atmósferas oceánicas cálidas, son vientos, aire húmedo y lluvia sobre
los bosques tropicales; son selvas lluviosas y evapotranspiración; son nieves
andinas que deshielan y surcan en «rápidos», que se aquietan en anchuras y
meandros (curvas del río). Se hacen sedimento y bordes inundables; corren entre
islas y deltas, y así van remansando y hablando en su lenguaje de ciclado
eterno. Y se hacen de nuevo un mar.
Como bien explica el geógrafo Alan Forsberg, hace más de veinte años se estudiaron estos
flujos de aguas en nuestras latitudes. La lluvia que hace caudaloso al Río
Paraná —que corre a través de Brasil, Paraguay y Argentina a lo largo de unos
4880 kilómetros— o exuberante a la selva misionera es producto de un fenómeno
único: los ríos voladores de la Amazonía. Estos procesos
extensos de evaporación y precipitación en el bosque crean baja presión
atmosférica que atrae constantemente al aire húmedo del océano, de ahí el
nombre de “bomba biótica de humedad”. Esta bomba sólo funciona en los bosques
naturales prístinos. Ni la vegetación de los bosques clareados artificialmente
y explotados, ni de las plantaciones, pastizales o cultivos son capaces de
activar la bomba biótica y mantener la humedad suficiente para la vida óptima.
Ocurre además que la selva amazónica, corazón
de la Madre Tierra, no sólo riega al Amazonas, también brinda las lluvias que
dan vida a decenas de millones de personas más allá de la selva tropical.
Cuando los ríos voladores de vapor de agua alcanzan la barrera de Los Andes,
fuertes lluvias caen al pie de las montañas, en las laderas orientales de la
selva amazónica ecuatoriana, peruana, boliviana.
Los ríos voladores también giran hacia el sur
y traen la humedad vital hasta Paraguay, el norte de Argentina y el centro
y el sur de Brasil. Allí está el Gran Chaco Americano, que se está arrasando para la ampliación del agronegocio.
Ese modelo arrasa culturas, pueblos originarios que ya no tienen sus montes
(pilares fundamentales de la vida en esos territorios). Comunidades que mueren,
otras son desplazadas, otras persisten en soledad y miseria.
Esto pasa en nuestro Norte, donde se está
devastando esta gran bioregión. Donde es necesario entender que el corazón de
la Madre Tierra proporciona el agua para la mayor parte de la agricultura que
alimenta a la población de Sudamérica, y agua potable para las ciudades más
grandes del continente. Esas corrientes húmedas saturan en los montes y selvas
de Argentina, sumando caudal a la cuenca del Plata, en los ríos Paraguay y
Paraná.
Foto: |
Sin los ríos del cielo, se secan los de la tierra
Los ríos del cielo son hijos de las selvas.
Languidecen con las deforestaciones. Se estima que el tiempo de regeneración
del bosque lluvioso primario de zona tropical es de medio milenio (sí, 500
años).
La deforestación agroindustrial del bosque
tropical ha dañado la “cinta transportadora” del ciclo hidrológico en
el continente. La selva amazónica atrae los vientos del Atlántico,
cargados de humedad. La atmósfera se sobresatura con los más de 20.000 millones
de toneladas diarias de agua, que el bosque primario (que no ha sufrido la
intervención humana) eleva desde sus raíces y entrega al aire.
Las quemas de la Amazonia -consumadas por
quienes festejan las “cosechas record” (de sojas, maíz, alguna otra forrajera y
oleaginosa) y agroganaderías arrasadoras-, son las responsables de la pérdida
de esos “traslados aéreos” de agua.
Todo esto afecta a la situación del río
Paraná. La suma de responsables por el actual stress hídrico severo del río
debe interpelar a los gobiernos del Cono Sur. Estos cauces de humedades aéreas,
agredidos a más de 3000 kilómetros de distancia de las consecuencias y lesiones
territoriales donde se expresan, reclama una acción política inmediata. Y ser
compartida con la sociedad en su conjunto.
Hoy el agua es la prioridad para la
bio-habitabilidad del territorio argentino. El agua de consumo suficiente,
segura y pública. Con los actuales caudales, la capacidad de depuración del río
ha disminuido a menos de la mitad del promedio en años anteriores. Tienen
relación directa con las tomas de agua para potabilización, que son también las
obras principales futuras, con nuevos protocolos de localizaciones y
seguridades en distancias de fuentes contaminantes focales y difusas.
Foto: Sebastián Lopez Brach
Por otra parte, la contaminación con
agrotóxicos hallada en barros costeros por el equipo de investigación del doctor Damián Marino deben
ordenar una pronta revisión de los agroquímicos utilizados en la agricultura y
agregarse en el listado de sustancias a analizar en las plantas de potabilización y distribución de
aguas de consumo. El problema apuntado debe atenderse con más razón todavía
desde este tiempo en adelante, por el seguro aumento de la concentración de
dichos sustancias, por el bajo caudal ribereño.
Con este círculo perjudicial de
desforestación, afectación de ríos voladores, alteración de regimenes de lluvia
y descenso de caudal de ríos, nada más actual que una carta de 1854, escrita
por el jefe indio Seattle del Pueblo Suwamish al presidente de los Estados
Unidos, Franklin Pierce (en respuesta a la oferta de compra de las tierras
indígenas): “El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Los ríos son
nuestros hermanos y sacian nuestra sed, son portadores de nuestras canoas y
alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras ustedes deben
recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también
lo son suyos y, por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata
a un hermano (…) El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo
que hace con la trama se lo hace a sí mismo.”
*Integrante del Foro Ecologista
de Paraná.
Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/rio-parana-no-es-una-bajante-no-es-una-sequia-es-la-deforestacion/