Sin duda que a lo largo de su historia la marca de guitarras Gibson se ha convertido en un emblema del rock. Tanto B.B. King, Jimmy Page, Angus Young y Slash, entre otros costaría imaginarlos luciendo otro modelo de instrumento. Más allá de lo exitosa que ha sido Gibson en ese sentido, la centenaria empresa está pasando una difícil situación financiera y se ha declarado en quiebra como una última opción de salvataje. La mayor razón es la baja en las ventas y la abultada deuda que esa situación ha generado.
La primer señal del descalabro fue cuando el director financiero de la compañía renunció, sin haber cumplido un año en el puesto, debido a que no pudo hacer frente al cada vez más abultado déficit. Algunos analistas de mercado identifican como causa actual que en los jóvenes la actividad de tocar la guitarra ha sido desplazada por las consolas de video juego, el uso del celular y la navegación por internet. Esto también se suma al avance del rap y la música electrónica, sobre otros géneros.
Los primeros pasos para evitar la debacle fue vender sus marcas subsidiarias como Balwind, que se encarga de la fabricación de pianos, y Gibson Innovations, que produce insumos como auriculares y altavoces. También se desprendieron de la oficina que tienen en Nashville. La deuda asciende a unos 500 millones de dólares y la empresa analista de riesgo Moody’s asegura que la única opción que queda es que los propietarios cedan el control de la empresa. Gibson vende unas 170 mil guitarras al año, pero con el inconveniente que la caída en la demanda hizo bajar el precio y crecieron las ventas en las marcas de segunda mano. Habrá que ver si el anuncio de la quiebra es suficiente para rescatar la empresa, que quedará intervenida por un tribunal de la Justicia estadounidense.